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La recuperación económica que pregona el régimen de Daniel Ortega no convence a nivel internacional. Y por ello, Moody’s Investors Service (Moody’s), tras dos años de recesión, decidió rebajar la nota soberana a la deuda de Nicaragua, lo que, según la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (Funides), tendrá un efecto en tres variables claves: el empleo, la inversión y en el mismo sistema financiero nacional.
Moody’s dejó el viernes la nota soberana de Nicaragua al borde de los bonos basura o impago.
Aunque puso en perspectiva estable la situación de la economía de Nicaragua, Moody’s decidió mover de B2 a B3 la nota, quedando a un paso del último escalafón donde se encuentran las economías con alta probabilidad de caer en impago, es decir que no puedan cumplir con sus obligaciones financieras.
Más allá del tecnicismo, dicha nota, no vista desde julio del 2015, significará para la economía de Nicaragua un mayor dificultad para sacar del sótano la inversión extranjera. “Esta calificación de Moody’s es muy observado por la inversión internacional, un país que va reduciendo su calificación, es un país que no atrae inversión extranjera directa y en general reduce la rentabilidad esperada por parte del inversionista de tomar la decisión de optar por Nicaragua como un destino para su inversión”, según explica Funides.
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Eso representa un golpe para las aspiraciones del Gobierno de Ortega, que urge de movilización de recursos frescos para reactivar la economía, tras dos años de fugas de capitales tanto locales como extranjeros.
En el primer trimestre del año pasado, el último dato actualizado por el Banco Central de Nicaragua, la inversión extranjera había caído un setenta por ciento respecto a igual periodo del 2018, un trimestre no afectado por la crisis política, que estalló en abril de ese año. No se conocen aún los datos de cierre del 2019 ni las perspectivas 2020.
“Estas son malas noticias para el país, esto reduce nuestro atractivo como país para hacer inversiones y en general para hacer negocios”, indica Funides.
El mismo Banco Mundial dejó a Nicaragua en la cola de las economías en América Latina en el Doing Business 2020. En dos años de crisis, el país cayó diez peldaños en la escala de medición agravando el clima de negocios en Nicaragua.
“La fortaleza económica se ha debilitado como resultado de las tensiones sociales que probablemente dejarán un impacto negativo duradero en el crecimiento futuro de la producción debido al clima de inversión más débil; además el riesgo de un acceso reducido al crédito externo oficial está creando desafíos de financiación y restringiendo la capacidad de las autoridades para apoyar la actividad económica”, explicó la agencia en su evaluación divulgada este viernes 14 de febrero.
Daña el empleo
Al registrarse un obstáculo para recuperar la inversión y un deterioro en el clima para hacer negocios en Nicaragua, se frena también la posibilidad de que la economía logre generar otra vez empleos y por ende las proyecciones de Funides de que 10 mil personas este año transitarán al grupo de los sin trabajos toma mayor fuerza.
En los últimos dos años la crisis ha ocasionado que unos 106 mil queden si empleos, agrandando el mercado de los desempleados en 227 mil personas frente a los 178 mil en el 2018 y para 2020 se ampliará a 237 mil, según proyecciones de Funides.
“Esto (la nota de Moody’s) tiene un impacto, obviamente, en términos de la potencial recuperación y después de la generación de empleo, de la pobreza, y del crecimiento económico como un todo”, precisa.
Las perspectivas divulgadas por Funides a finales del año pasado, apuntaban a que la tasa de pobreza este año alcanzará 31.9 por ciento, un nivel no visto en los últimos siete años. Antes del estallido de la crisis política, este flagelo solo afectaba al 20.1 por ciento.
“Lo que te está diciendo Moody’s es que la crisis ha tenido un impacto en el crecimiento económico, un impacto en la capacidad de financiarse del gobierno y un impacto que tiene efectos duraderos”, explica uno de los técnicos de Funides.
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También alcanza a la banca
Pero el retroceso en la nota soberana de Nicaragua no solo afectará el empleo, la inversión y la capacidad de financiamiento público, sino también trascenderá al sistema financiero nacional, tanto la banca como a las microfinancieras.
Funides cree que el efecto posiblemente se sentirá vía tasas de interés de los préstamos que la banca y las entidades de microfinanzas nacionales buscan en el exterior.
“Podría haber un efecto más que todo podría ser en el caso de préstamos internacionales, por ejemplo, si la banca quiere incurrir en algún tipo de préstamos internacionales, los bancos internacionales probablemente le van aplicar una prima por riesgo al país a los préstamos privados de la banca nicaragüense. Obviamente a los préstamos del gobierno también, pero está demás decirlo, pero también afecta al sector privado”, precisa Funides.
Si bien la banca se financia principalmente con dinero del público, esta en algunas ocasiones recurre apalancamiento internacional.
De hecho, el economista Néstor Avendaño en días recientes afirmó que si la agencia calificadora degrada más la calificación de Nicaragua nadie querrá prestarle al país y quien lo haga será con una alta tasa de interés, porque habrá un alto riesgo de caer en impago, como es el caso de Venezuela.
“Si alguien quiere prestarle a Nicaragua, se haría con elevadísima tasa de interés, prácticamente imposible de pagar”, explica Avendaño.
“Esto viene a impactar el precio de los fondos internacionales, que son muy necesarios para la recuperación del país como un todo”, enfatizó por su lado Funides.
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Acuerdo político es la clave
La Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (Funides) dijo que lo llamativo del reporte de Moody’s es que se insiste que para mejorar la calificación de Nicaragua se requiere un acuerdo social para lograr darle un impulso a la economía.
“Si hay un acuerdo que reduzca la tensión social entre tres actores fundamentales: el gobierno, la sociedad civil y el sector privado y una combinación de la reducción de las sanciones internacionales. Si esas cosas no se dan, entonces ellos no ven un cambio hacia el alza en la calificación”, resalta Funides.
Funides señala que es notable que la agencia está observando los efectos que la Nica Act está teniendo en la capacidad del Gobierno para obtener financiamiento externo, teniendo un impacto en el gasto público de inversión.
Los técnicos explican que si la perspectiva la pasaron a estable, es porque la agencia no cree que en los próximos seis meses en Nicaragua la economía vaya a cambiar su estado actual. Esto iría al contrario a las expectativas del Gobierno que espera una transición al terreno positivo, con un crecimiento de 0.5 por ciento este año tras dos años de caídas.