Falta una semana para que Alberto Boschi empiece a trabajar en el lugar que más se parece a Nicaragua fuera de Nicaragua: La Carpio, en San José, el corazón de Costa Rica, donde más de la mitad de la población que habita el llamado mayor asentamiento de migrantes en Centroamérica, es nicaragüense.
Boschi fue expulsado de Nicaragua por el gobierno de Daniel Ortega en enero de 2016. Ahora está lejos de su hija, de su familia, sus amigos, de su escuela Lorenzo Milani, que está ubicada en Ciudad Sandino y a la que asisten unos 500 niños becados. En Nicaragua están las decenas de proyectos con los que, como misionero, ha ayudado a cientos de familias y comunidades.
Quizás si hubiese seguido trabajando como asesor financiero en Italia, su país natal, no estaría quejándose de que la vida en Costa Rica es muy cara. Quizás si hubiera seguido el futuro que su adinerada familia tenía preparado para él en la empresa de los suyos, no estaría del otro lado del teléfono, diciendo que con la pensión que recibe de su misma familia, apenas le alcanza para el alquiler, comida y lo poco que le queda, lo comparte. Quizás todo en su porvenir hubiese sido distinto, pero aquella peregrinación en Francia a los 19 años le cambió la vida.
El niño rico de Milán

Después de que le quitaron la nacionalidad, Boschi estuvo en huelga de hambre y de palabra durante doce días, como forma de protesta. LAPRENSA/Archivo
Los medios han logrado describir la Vía Monte Napoleone de diferentes maneras y con diferentes datos. Vamos a explicársela en tres. Para empezar, podemos decir que es una exclusiva y lujosa calle —considerada la sexta calle más cara y prestigiosa del mundo—, ubicada en el corazón de Milán, donde prestigiosas casas de diseño como Prada, Armani, Dolce&Gabbana, Louis Vuitton, Gucci, Versace o Dior tienen sus tiendas.
Para seguir, el alquiler de un metro cuadrado en la Vía Monte Napoleone cuesta unos ocho mil euros al año. Solo esta calle en 2013 generó más tres mil millones de euros: el 12 por ciento del Producto Interno Bruto de Milán.
Para terminar, la Vía Monte Napoleone es donde nació y creció Alberto Steffano Antonio Boschi, nieto de dos exitosos empresarios textileros que no permitieron que Alberto tuviese la más mínima carencia.
Sin embargo, fue hasta los 19 años que decidió hacer algo con ese privilegio económico que tuvo toda su vida. Boschi estudiaba en la Universidad Católica y decidió ir a un peregrinaje en Lourdes, Francia, donde se encontró con miles de personas que no podían moverse o que estaban en silla de ruedas. “Uno de estos muchachos, que tenía más o menos mi edad, estaba en silla de ruedas y me pidió acompañarlo al servicio porque estaba totalmente inmovilizado. No se podía mover y tuve que hacer todo, pensando sobre todo en la pena que podía tener él, porque yo lo hago ahora, pero si él tiene la necesidad de ir al baño tiene que pedírselo a una persona que no conoce”, cuenta Boschi, que estudió en la Universidad Católica, Economía y Comercio y después Ciencias Políticas.
Desde aquella semana la vida de Boschi no volvió a ser la misma. Empezó a frecuentar a los discapacitados italianos, de su ciudad de origen que fueron a la peregrinación a Francia y creó grupos juveniles en apoyo a ellos. “Empezamos a organizar cosas que nadie había hecho”, relata Boschi. Por ejemplo, todos los discapacitados iban de vacaciones al mismo lugar de siempre, pero ellos decidieron llevarlos a todos a Costa Esmeralda, una exclusiva playa en el noreste de Cerdeña, donde suelen asistir las celebridades.
“Empezamos un camino de reivindicaciones, hace muchos años, cuando los discapacitados creían que no podían trabajar”, dice.
Cambio de vida

Alberto Boschi solo puede ver a su hija durante las vacaciones escolares del año, porque ella no puede estar viajando a Costa Rica, y él no puede pisar suelo nicaragüense. LAPRENSA/Archivo
En 1979 decidió cambiar por completo su vida y se dedicó de lleno a ayudar a personas necesitadas. Tenía 25 años y se mudó de su casa para empezar de nuevo.
De su trabajo se fue porque como asesor financiero en la empresa le exigían que se relacionara con gente de mucho dinero y él seguía dedicando su vida a ser misionero, así que lo dejó. “Dejé mi muy provechoso trabajo de consejero financiero para dedicarme a tiempo completo al servicio de los hermanos necesitados. En este mismo año contemporáneamente cambiaba la historia de Nicaragua, pero yo ni me daba cuenta, ni podía imaginar que Dios había decidido enviarme a este desconocido y lejano país”, escribió Boschi en abril de 2016.
Sin embargo, seguía dedicándose a ayudar a los necesitados. “Tuve una experiencia muy significativa con los refugiados. En 1989 llegaron miles de personas a un lugar donde yo estaba y tenía un amigo que empezó a recogerlos y yo lo apoyé. Al final apoyamos a más de 1,500 personas, en una pequeña parroquia. Llegamos a meter dos mil a la iglesia”, cuenta Boschi. Ninguno de sus cuatro hermanos lo apoyó nunca, solo por haber tomado un camino diferente.
Labor en Nicaragua

Alberto Boschi, acompañado de algunos feligreses, en la última misa del domingo en la Catedral de Managua, antes de su salida de el país el día miercoles 22 de Septiembre. La Prensa/Diana Nivia
Cuando a Boschi se le pregunta por qué decidió venir a vivir a Nicaragua no duda en responder: “Para darle un sentido a mi vida,
para ser útil haciendo algo, servir a la gente”.
Boschi llegó a Nicaragua por primera vez en 1989. Hizo un viaje de tres semanas para conocer la realidad del país. Quería conocer la experiencia de los sacerdotes ministros: Ernesto y Fernando Cardenal y acercarse a la Teología de la Liberación.
Pero fue en 1994 que decidió comprarle una casa a una mujer italiana con la que tenía contacto y vivir en Nicaragua, en Xiloá. “La compré en 20 mil dólares, compré una camioneta de segunda mano y empecé a acercarme a la población”, cuenta Boschi.
El primer proyecto que desarrolló en Nicaragua fue un comedor popular infantil para los niños menores de 6 años que estaban bajos de peso, en estado de desnutrición. Él iba a comprar el arroz, los frijoles, la leche, el azúcar y los mismos padres de familia cocinaban para los niños.
Boschi abrió la Fundación Piera y Antonio Ferrerio y a través de esta y las donaciones que recibía ayudó a comunidades como Ciudad Sandino, Mateare y Xiloá. Uno de los proyectos más importantes fue la escuela Lorenzo Milani, en Ciudad Sandino, donde prácticamente se gastó toda la herencia que le había dejado su abuelo. “He perdido, económicamente, pero no importa. Pagué de mi bolsa todos los gastos de la escuela, porque la mayoría de los padres de familia no pagaban la mensualidad y la matrícula, la mayoría de los alumnos eran becados”, advierte.
“En estos años profundizo mi compromiso con Nicaragua, invierto más de un millón de dólares de dinero propio en servicios de consulta médica, comedores infantiles, entrega de medicamentos, becas y hospedajes a miles de personas, principalmente en los municipios de Mateare y Ciudad Sandino”, aseguró Boschi en un escrito.
No tenía nacionalidad nicaragüense, pero Boschi simpatizaba con el FSLN y con Daniel Ortega. “Yo vine a Nicaragua por una gran estima por la revolución y el Frente Sandinista. A nivel local yo miraba que en Xiloá había una familia de delincuentes que eran los representantes locales del Frente Sandinista y eran los verdugos de la comunidad, un sin número de atropellos que empecé a denunciar. Esa familia me hizo la guerra”, cuenta el misionero.
Pero para ese entonces Daniel Ortega aún no era presidente de Nicaragua, aclara Boschi, por eso no había represalias o persecuciones ante sus denuncias. Todo empezó cuando Ortega llegó a la Presidencia.
Perseguido político

Alberto Boschi muestra su nueva cédula de identidad nicaragüense. LA PRENSA/M.LARGAESPADA
Durante el gobierno de Enrique Bolaños, en 2004, le dieron la nacionalidad nicaragüense a Alberto Boschi, quien siempre había seguido la política. Un año después de recibir la nacionalidad surgió la candidatura de Herty Lewites a la Presidencia por el Movimiento Renovador Sandinista.
“Yo apoyé este esfuerzo, puse mi casa en Ciudad Sandino como casa de campaña y apoyé en todo lo que podía ese esfuerzo de Herty… ya sabemos cómo terminó. Yo estoy seguro de que Herty no murió de forma natural, algo le hicieron. Era demasiado para Daniel Ortega que Herty fuera candidato”, cuenta Boschi.
Tiempo después le propusieron ser candidato a alcalde de Ciudad Sandino por el Movimiento Renovador Sandinista y aceptó. Sin embargo, en medio de la campaña, el Consejo Supremo Electoral quitó la personería jurídica al MRS y todo acabó.
Pero la persecución del Gobierno en contra de Boschi comenzó en 2007, cuando fue a la costa Atlántica después del huracán Félix, buscando una cantidad de ayuda que había llegado para la gente de Puerto Cabezas.
Cuando estaba allá, encontró decenas de madres de familia en la plaza protestando porque las autoridades estaban haciendo desaparecer la ayuda, no la repartían en la población. “La población me indicó que había varios depósitos donde guardas no dejaban entrar a nadie. En la noche, al depósito llegaban camiones de la Alcaldía para dejar las donaciones y al día siguiente las iban a vender a Managua”, sentencia el misionero. Él, distrayendo a uno de los guardas, logró entrar a uno de los depósitos y tomó fotografías de las donaciones.
En Puerto Cabezas lo detuvieron y lo obligaron a irse a Managua. Llegando del avión, había tres personas que lo agarraron y lo subieron a una camioneta. Lo llevaron a las oficinas de Migración, lo retuvieron varias horas y luego lo dejaron ir, según relata.
Pero no fue todo. En 2008 Alberto Boschi recibió una llamada de un grupo universitario llamado Puente. Le pidieron que apoyara una manifestación que ellos estaban haciendo contra del despilfarro de Ortega en los enormes rótulos de campaña electoral.
En medio de las protestas llegaron las turbas del orteguismo y agredieron a los manifestantes, incluida la camioneta de Boschi y la Policía tuvo que hacer disparos al aire para calmar la situación. Durante el incidente, el periodista de Canal 4, Antenor Peña, resultó herido.
Boschi, a pesar de que no había ninguna prueba en su contra, fue acusado y condenado por portación ilegal de armas e inducción a la violencia contra el periodista oficialista. Algunos de sus amigos cercanos dijeron a los diarios que Boschi nunca había usado un arma en su vida y tampoco tenía una. Según las declaraciones de cercanos a él, en la escuela varias veces se metieron a robar porque Boschi no permitía que el vigilante utilizara arma de fuego.
Boschi fue condenado a un año de cárcel y como no podía pasar legalmente por su situación legal, sus amigos lo apoyaron para que se fuera ilegal a Costa Rica para poder tomar un avión con su pasaporte italiano desde allá e ir a Italia debido a una emergencia familiar.
Después de la condena, la Asamblea Nacional aprobó una Ley de Amnistía con 43 votos a favor y Boschi pudo regresar al país. Cuando regresó al país le “montaron” un nuevo proceso: sin posibilidad de defenderse ni de llamar a su abogado, le notificaron la pérdida de la nacionalidad nicaragüense por hacer uso de su pasaporte italiano para viajar. “Yo había pagado, había hecho la solicitud de mi pasaporte y no me lo habían entregado”, se defiende Boschi.
Tenía que viajar de emergencia a Italia porque su madre estaba enferma. Y tuvo que usar su pasaporte italiano, porque aún no tenía el nicaragüense. “Con esto ya no puedo ser elegido a nada y puedo ser expulsado en cualquier momento, porque me dieron una visa turística de tres meses”, dice Alberto Boschi, quien asegura que fue injusto haberle quitado la nacionalidad, ya que no cometió ningún delito o traición.
Hizo una huelga de hambre y de palabra durante 12 días. Sin embargo, a pesar de que ya no tenía nacionalidad, fue al Consejo Supremo Electoral para pedir una reposición de su cédula, que todavía estaba vigente. Durante una protesta en Metrocentro, Boschi mostró la cédula que aún estaba vigente a los medios de comunicación y el Consejo Supremo Electoral la invalidó, pero ya no se la pudieron quitar.
Después del incidente, Boschi participó como jefe de la campaña de Fabio Gadea en el municipio de Ciudad Sandino. Pero cuando perdieron las elecciones y empezaron a reclamar que el FSLN las había robado, supo que su situación como perseguido político iba a ser mucho peor y decidió irse a Italia con su hija por unos años. Desde allá tenía contacto con sus colaboradores para que la escuela Lorenzo Milani y todos sus proyectos siguieran funcionando bien.
En el exilio
A finales de 2015, Boschi decidió regresar a Nicaragua con su hija y su pasaporte. Era la noche del 24 de diciembre. No lo reconocieron y lo dejaron pasar. Estuvo dos semanas tranquilo hasta que el 10 de enero de 2016 asistió a una conmemoración por el aniversario del asesinato de Pedro Joaquín Chamorro y los periodistas querían entrevistarlo. Pero aunque él se negó, porque no era oportuno, apareció en los videos de la actividad y salió en la televisión.
Esa misma tarde empezó a ser perseguido con carros sin placa cuando se desplazaba por Managua. Al día siguiente, algunas personas que lo conocían le informaron que había patrullas preguntando por él. Para protegerse, llamó al abogado del Cenidh, Gonzalo Carrión, quien lo acompañó conduciendo un buen tramo, pero no pasó nada.

Uno de sus proyectos más importantes fue la escuela Lorenzo Milani, que hoy está endeudada y a punto de cerrar. LAPRENSA/Archivo
Carrión regresó al Cenidh y Boschi quiso ir a un cajero automático para retirar dinero, pero cuando se bajó del vehículo, llegaron varias patrullas, lo agarraron, lo tiraron boca abajo a la camioneta y empezaron a gritar que eran ladrones.
Lo llevaron a El Chipote y estuvo detenido ahí tres horas. Lo esposaron y lo llevaron en un vehículo al aeropuerto, pasó por Migración y después lo montaron a un avión después de robarle sus documentos, dinero y celulares. Tuvo que regresar a Italia.
Lo más cercano a Nicaragua
Para poder estar cerca de su hija, que se quedó a cargo de su mamá, Boschi tenía que regresar a vivir en Centroamérica. Valoró irse a Honduras, pero Costa Rica era lo más cercano que tenía a Nicaragua.
“La razón principal es el amor de padre que tengo a mi hija. Su mamá no va a llegar a Italia a hacerme visitas a mí. ¿Cuándo voy a
ver a mi hija?”, dice.
Escogió Costa Rica porque había más nicaragüenses y ya ha podido ver a su hija en dos temporadas escolares.
Una cosa es estar en Nicaragua, dice Boschi, y otra diferente es estar en Costa Rica, un país mucho más caro y donde casi no conoce a nadie.
El dinero apenas le ajusta y sobrevive con una pensión familiar que recibe desde Italia, pero cuando alguno de los tantos contactos que hizo en Nicaragua le pide ayuda por alguna enfermedad o problema, no deja de mandar dinero.
Fundación en La Carpio
Junto con otros amigos en Costa Rica, Boschi empezará a trabajar en La Carpio. Sus primeros proyectos incluyen promover una escuela popular y una campaña de alfabetización. Creó una asociación que se llama We shall overcome, como la canción que se convirtió en símbolo de la lucha antirracial en Estados Unidos. La asociación busca ayudar a los nicaragüenses que lleguen a Estados Unidos sin cédula, sin documentos, para ayudar con la legalización de sus status, casa, trabajo, etc.
Escuela Lorenzo Milani
Una de las preocupaciones de Boschi desde Costa Rica es el futuro de su escuela Lorenzo Milani en la Zona 11 de Ciudad Sandino. “No estando yo, no puedo ser responsable de lo que pasa. Me están diciendo que se acumuló una deuda muy fuerte, tenemos atrasos con la planilla de pago de los profesores, hay una deuda con Unión Fenosa. Estamos buscando que alguien nos apoye, un apadrinamiento, alguien que pueda asumir la dirección de la escuela, porque yo ya no puedo seguir acumulando deudas”, dice Boschi.
El misionero también advierte que por falta de recursos la escuela ha bajado la calidad de la educación, porque los profesores reciben un pago injusto.
Si no encuentra apoyo, Boschi tendrá que cerrarla.
La escuela atiende a unos 500 niños.
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