El ocho por ciento de los pozos en la zona rural de Nicaragua tiene arsénico y al menos el dos por ciento de la población que consume esta agua estaría presentando problemas de salud, explica Sergio Gámez, especialista en calidad de agua.
“En 1995 Nicaragua tuvo el primer caso de arsenicismo, se dio en la comunidad Las Mangas de San Isidro- Matagalpa, desde entonces se ha venido realizando análisis de las fuentes. Hay que tomar en cuenta que el deterioro a la salud no es inmediatamente pueden pasar años”, sostuvo Gámez.
Los efectos
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) la exposición prolongada al arsénico a través del consumo de agua contaminada, comida preparada con esta o por riego en los cultivos puede causar intoxicación crónica. Los efectos más característicos tras el consumo de arsénico es la aparición de lesiones cutáneas, endurecimiento de la manos y planta de los pies, afectación en los riñones y cáncer de piel.
En un estudio que realizó la Autoridad Nacional del Agua (ANA) el año pasado, hay aproximadamente 34 municipios del occidente, centro y norte del país donde se ha detectado la presencia de arsénico superior al rango del diez por ciento permitido en el agua potable, este estudio no incluye la zona rural donde se han construido pozos artesanales y Comités de Agua Potable y Saneamiento (CAPS).
En la investigación, realizada por la ANA, se demuestra que en veinte años se han hecho 23 estudios de arsénico en el agua.
Gámez dijo que en otras zonas hay contaminación en el agua por otros metales pesados como el mercurio, sin embargo esto solo se da cerca de fuentes de agua, donde se realizan actividades como la minería.
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