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Cuando la diosa Afrodita se enamora del mortal Anquises y hace el amor con él en el monte Ida de la Tróade, en el Asia Menor, le promete darle un hijo que algún día reinará sobre Troya.
El hijo que Afrodita le da a Anquises es Eneas, pero este solo llega a ser príncipe troyano, al casarse con Creúsa, hija de los reyes troyanos Príamo y Hécuba. Es que los designios de los dioses no son claros, son más bien enigmáticos y muchas veces inescrutables. El significado de la promesa de Afrodita a Anquises era que la estirpe de su hijo fundaría una nueva Troya y reinaría sobre ella.
Cuando Troya es arrasada por los teucros, como llama Homero a los griegos, Eneas escapa de la matanza perpetrada por los vencedores llevando consigo a su padre, cargado sobre los hombros y a su pequeño hijo, Ascanio, tomado de la mano. Creúsa va con ellos, pero desaparece en el camino y después su alma se presenta a Eneas, le dice que los dioses le han destinado un azaroso viaje, pero que al final del camino tendrá otra esposa regia y su descendencia forjará una nueva gran civilización.
Acompañado por un grupo de troyanos Eneas emprende un incierto viaje lleno de peligros y sorpresas, como el de Odiseo o Ulises cuando al terminar la Guerra de Troya viaja durante otros diez años, de regreso a su patria y su hogar, en Itaca.
Eneas y su gente llegan a Sicilia y Anquises muere en un lugar llamado Drépano, que ahora es la ciudad de Trapani. Allí Eneas sepulta los restos mortales de su padre y le rinde los debidos honores funerarios.
Sigue su viaje Eneas hasta que una poderosa tormenta enviada por Poseidón a instancias de Hera, la esposa de Zeus, los empuja hacia cerca de Cartago, en África del Norte, donde naufragaron.
(Hera odiaba a los troyanos desde que el príncipe de Troya, Paris, en un legendario juicio sentenció que la más bella de todas las diosas era Afrodita. Por eso Afrodita ayudó a los troyanos, pero la vengativa Hera, más poderosa por ser la mujer de Zeus, influyó en los acontecimientos que desembocaron en la destrucción de Troya.
Eneas y su gente arriban a las playas de Cartago donde son acogidos por Dido (o Elisa, como la llamaban los nativos), una joven y hermosa reina de quien Virgilio cuenta en La Eneida una historia emocionante.
Siqueo, el esposo de Dido, es asesinado por un hermano de ella para apropiarse de su riqueza oculta. Pero Dido, que conoce el escondite del tesoro lo rescata, huye con sus leales y llega hasta las costas norafricanas donde ha de fundar la ciudad de Cartago.
Dido no amaba a su esposo, su matrimonio fue de conveniencia, pero le juró fidelidad para siempre y la mantuvo después de enviudar, a pesar de magníficas ofertas de matrimonio que le hacían… hasta que el náufrago troyano Eneas llega a las playas de Cartago y es atendido por la bella reina cartaginesa.